MERCÈ. (según me cuentas…)
No quepo en siete líneas. En realidad quepo en pocos sitios, aún así, intento crear cosas inmensas en espacios diminutos y con punta fina. Ya no renuncio a nada. Ni me conformo con lo que veo. He vuelto de una larga hibernación y tengo prisa. Para mi el arte es un trajinar entre dentro y fuera, de crear y re-crear, volteo la vida para ver si del lado de las costuras se entiende lo que digo . Necesito decir mucho con muy poco, pero no elegí moldear palabras sino esculpir colores. Aprendí cómo funciona la tierra para poder contar cómo funciona todo lo demás. Las cosas que creo tienen nombre, pero me tendrás que ayudar a encontrarlo, así no serán sólo mías, serán nuestras. No te pares sólo a mirar, no me basta, participa.
Mi Mercè. (Según te pienso…)
Hay personas que viven como quien se baja en la estación equivocada. Con un suave desconcierto ante las cosas más cotidianas. Mientras esperan a enlazar con el tren adecuado, deambulan por el andén con curiosidad de extraterrestre. Asumen el despiste como una broma graciosa que les permite explorar ese espacio en el que nunca esperaron estar y re-crearlo. Aprovechan la casualidad para sentirse libres, el estar de paso les da una lucidez única.
Así siento yo que es Mercè. Una mujer en tránsito de un tren que yo nunca vi pasar. Coincidimos en la misma parada un tiempo que yo sé que se me hará corto. Rompiendo la rutina, ella decidió aprovechar el rato de espera hasta su próxima salida. Comenzamos a hablar como si fuéramos a entendernos. Es un rasgo suyo, cree en las personas. Me dí cuenta que las palabras se le quedaban cortas, su lengua materna está hecha de otros elementos que me intentó explicar. Mercè moldea emociones, las pinta, las dibuja, las grita. Para entenderla tuve que sacudirme todo el gris acumulado por tantos años de conformismo. Sé que va con prisa, quiere explicarlo todo como si sólo tuviera una única oportunidad en cada encuentro.
Miro el panel de salidas inminentes y la veo recopilar sus bártulos apresurada, subiendo al siguiente vagón, una vez más, sin verificar adecuadamente el destino. Deja mi mundo poblado de cosas a las que ahora tendré que poner nombre. Formas, volúmenes y pasaportes de colores. Seguramente volvió a coger el tren equivocado y se bajará nuevamente en cualquier lugar, guiada por un mapa que sólo ella entiende y al que no le exige ninguna lógica. Si coincides con ella no te la pierdas, siéntate a escucharla, te lo advierto, tendrás que renunciar a entenderla sólo con palabras.
Text by Antonio Rivas Gonzalez